La hipótesis desarrollada en este trabajo plantea que la consecuencia fundamental de este conflicto, en cuanto a su capacidad de afectar la relación actual entre ambos países, es la generación de imágenes que han ayudado a construir una percepción negativa del otro.
Tres son las principales imágenes que abordaremos en este estudio. La de ganador y vencido; la de invasor e invadido y la de país exitoso y estable frente a la imagen de un país políticamente inestable y con altos niveles de pobreza.
I. PERCEPCIONES COMPARTIDAS Y CONTRADICTORIAS
El análisis de los discursos y de los textos de ambos países aporta un elemento coincidente. La Guerra del Pacífico es un hito en la historia bilateral y regional.
Para gran parte de la sociedad peruana, "la Guerra del Pacífico es el acontecimiento más importante de nuestra historia militar. Muchas de nuestras acciones y política militar aún se ven a través del prisma de este trauma que vivió el Perú hace más de un siglo. Muchas veces ese prisma no nos deja ver con claridad la realidad y nos hace tomar decisiones equivocadas"2. Para una fracción importante de los peruanos aún existe la noción del orgullo nacional herido por la derrota y por la invasión chilena.
En el caso de Chile, la victoria permitió la persistencia de la noción de unas fuerzas armadas "jamás humilladas y jamás vencidas" y generó un sentimiento de excesivo orgullo nacional, que condicionó y condiciona la vinculación futura con sus vecinos del norte, determinando la agenda de política exterior y de defensa a nivel gubernamental; pues la herencia histórica, a pesar de la voluntad política expresada por ambos gobiernos, resurge frente a cualquier divergencia. José Rodríguez Elizondo denomina el proceso experimentado por los chilenos después de la guerra como una "sobrecompensación" y señala que "hoy parece evidente que ese orgullo mutó en arrogancia focalizada y que ésta sirvió poco al interés nacional. En contrapunto con el rencor peruano, amarró el desarrollo futuro de ambos países a una íntima enemistad, que se expresaría, para unos, en la obligación de conservar lo ganado y, para otros, en la necesidad de recuperar lo perdido. Ese amarre impediría asomarse a las posibilidades de una cooperación que los potenciara a ambos conjuntamente"3.
Esta imagen de ganador y vencido y su repercusión en el alma nacional se mantienen hasta hoy; pero adquieren nuevas formas y se unen a nuevas imágenes que ayudan a construir una percepción fundamentalmente antagónica del otro.
A esto contribuye el que, a pesar de los avances sustantivos en materia comercial, no se haya logrado un mayor desarrollo en la solución de la agenda histórica, en la que se pueden identificar una serie de demandas insatisfechas por parte de los peruanos:
Primero, para algunos actores de la sociedad peruana, la solución a las Cláusulas pendientes del Tratado de 1929 -alcanzada en 1999 por ambos países- no es satisfactoria para Perú y han planteado demandas sobre asuntos de delimitación marítima, que mantienen vigentes en la agenda bilateral los temas de frontera, a pesar de la posición chilena consistente en que no hay cuestiones limítrofes pendientes. Esto ha sido rescatado por el gobierno peruano y de hecho en el primer proyecto de Libro Blanco de la Defensa Nacional de Perú, dentro del escenario subregional se señala "En estos últimos años varios países de la subregión luego de tensiones han alcanzado acuerdos en materia de límites en el marco del derecho internacional, como Chile- Argentina y Perú-Ecuador, lo que ha reducido parcialmente las posibilidades de confrontaciones violentas, sin embargo, aún subsisten algunas discrepancias que deben ser solucionadas a través de la vía diplomática, tal como la delimitación marítima entre Perú y Chile, así como la ejecución de asuntos pendientes establecidos en el Acuerdo de Paz entre Perú y Ecuador del 26 de octubre de 1998, donde deben prevalecer los esfuerzos entre los países que puedan originar una evidente carrera armamentista con proyecciones de expansión económica y futuras pretensiones encubiertas"4. Aunque en la versión final se eliminó la referencia explícita al caso chileno, sí se deja constancia de la posibilidad de conflicto por los límites marítimos. En la tipología de posibles conflictos y enfrentamientos, específicamente en el acápite de conflictos territoriales tradicionales, se habla de los asuntos demarcatorios pendientes en las fronteras marítimas, fluviales y lacustres5.
Segundo, la devolución de ciertos trofeos de guerra. Libros, documentos y el emblemático Huáscar. Esto se evidencia en las declaraciones del Almirante Alfredo Palacios Dongo, ex Comandante General de la Marina peruana, quien pidió al entonces Canciller Allan Wagner "iniciar las gestiones para la repatriación del patrimonio que nuestro país perdió durante la Guerra del Pacífico, en particular el monitor Huáscar, tomado como trofeo por el Ejército chileno"6. En la práctica estos temas pendientes del post conflicto -esta noción de falta de soluciones por alcanzar- han agudizado en determinado sector de la sociedad peruana la imagen del país vencido frente al Chile victorioso. Las consecuencias de este conflicto se evidencian incluso, según José Rodríguez Elizondo, en la estructuración de la sociedad peruana. A juicio del autor, existirían tres sectores claramente diferentes respecto a la vinculación con Chile: dos posiciones minoritarias opuestas y una posición central oscilante y definitoria.
De un lado está una minoría clara y duramente revanchista, para la cual es vital mantener una "ventana abierta" que justifique la recuperación del patrimonio territorial perdido, cuando el balance de fuerzas militares lo permita. Las cláusulas pendientes del Tratado de 1929 cumplen esa función y, por tanto, nada convencerá a esta minoría para contribuir a aprobar un finiquito formal.
En cuanto a la minoría opuesta, postula que es anacrónico seguir esperando una revancha bélica, pues en las condiciones socioeconómicas del país, y vista la interdependencia global, jamás habrá victoria con sentido en una nueva guerra chileno-peruana. Esta minoría, que no puede arriesgarse a ser percibida como "chilenófila", está compuesta fundamentalmente por los sectores de mejor nivel socioeconómico y por la parte más lúcida de la intellegentsia.
... El gran bloque central de la nación oscila entre ambas minorías, de acuerdo con la coyuntura, la capacidad de convicción y los medios que ellas desplieguen. En períodos de distensión, esto favorece a la segunda minoría, no por afecto a Chile sino por el peso obvio de la racionalidad. Sin embargo, en períodos de tensión, puede favorecer a la minoría ultranacionalista, dada la ventaja que ésta tiene en el empleo agresivo de la comunidad7.
II. LA NOCIÓN DE INVASIÓN
Son los sectores más conservadores, que quedan representados en esta diferenciación, los que más evidencian la persistencia de una imagen de país invadido, frente al auge de las inversiones de chilenos en Perú, que se desarrolla desde inicios de la década de los noventa.
En general, existe la percepción de que la llegada de capitales chilenos al Perú favorece el crecimiento y el desarrollo económico, pero para determinados sectores de la sociedad peruana esto ha constituido una nueva invasión.
En 1996 la revista Debate, en su edición de marzo-abril de 19968, daba a conocer una encuesta realizada a 504 personas mayores de 18 años, de ambos sexos y de todos los niveles socioeconómicos, residentes en la zona metropolitana de la Lima, que entregaba un panorama poco alentador. Ante las preguntas de ¿está usted de acuerdo o en desacuerdo con que ingresen al Perú capitales chilenos? Y ¿si el ingreso de capitales chilenos generara más puestos de trabajo, cambiaría usted de opinión?, el universo estudiado mostró la siguiente disposición:
TABLA 1: ¿Está usted de acuerdo con que ingresen capitales chilenos al Perú? (Encuesta de opinión pública)
En qué se sustentaría esta imagen de invasión:
1. En la llegada masiva de capitales chilenos a invertir sobre todo en servicios básicos, que son actividades que tienen mayor visibilidad pública.
2. Una conducta negativa de ciertos empresarios chilenos en el exterior. En este sentido, se argumenta cierta prepotencia, falta de adecuación a la idiosincrasia del país e ineficiencias en el manejo de las relaciones interempresa y de la empresa con el exterior.
3. Aunque en los últimos años esta imagen de "país invasor" no tiene la misma fuerza, porque ya las inversiones chilenas se han diversificado y no se desarrollan con el dinamismo de hace unos años, sí persisten las críticas frente a la acción de los empresarios chilenos en Perú, pero bajo otro concepto. Se los acusa de desarrollar expansionismo, afectando la industria peruana a través del desarrollo de monopolio. Esas fueron las acusaciones generadas en el marco del conflicto Lan Perú, cuando se señaló que la propiedad de esta aerolínea sería mayoritariamente de chilenos.
III. LA ARROGANCIA CHILENA
La imagen actual, que se ve alimentada por estas dos visiones -del país ganador e invasor-, y que estructura la percepción que existe en Perú respecto a Chile, es la de un país arrogante, orgulloso de su potencialidad económica y de su estabilidad política.
Esto lo grafica Francisco Durand, profesor de la Universidad de San Antonio, Texas9, al señalar que:
… La manera como los de arriba del país del sur miran a los de abajo también se observa en sus relaciones con sus vecinos, Bolivia y Perú, países vistos como "de indios", y al cual siguen los epítetos consabidos de subdesarrollado, inestable, pobre, atrasado, porque ahora se presentan como la isla del éxito económico en un mar de fracasos. El hecho de que Chile haya mejorado notablemente sus indicadores económicos, y en menor medida los sociales, y que haya adoptado incluso la meta de llegar a ser "desarrollado" para el 2021, aniversario de la independencia, refuerza ese sentimiento. O mejor dicho, lo esconde bajo el manto de haber -a diferencia de sus vecinos- superado esa condición de atraso, lo que lo hace "superior". Que bolivianos y peruanos pobres migren a ese país en busca de mejores oportunidades refuerza el rechazo, porque ahora "los indios están adentro" y el racismo nacionalista ya no se siente sino se práctica.
Esta arrogancia, desde la perspectiva de Durand y de otros analistas peruanos estaría sustentada básicamente en dos elementos:
1. La imagen de una capitanía que supera al virreinato. Esta tesis también es sustentada por Rodríguez Elizondo, quien argumenta que "la victoria dio inicio, así, a un "cambio de pelo" nacional. Los chilenos se liberaron de su sentimiento de subordinación a los peruanos en lo cultural, político y económico. Atrás quedó el tiempo en que Santiago lucía como un villorrio marginal, dependiente de la Lima virreinal en casi todo. Como otra ganancia, se sintieron vengados por la que percibían como ingratitudes históricas"10.
2. Un país que privilegia su vinculación con otras regiones y opta por diferenciarse de su entorno inestable.
IV. EL OTRO ESCENARIO: LA PERCEPCIÓN CHILENA
En Chile también existen diferentes posiciones frente a la relación bilateral: hay una mayoría proclive a un acercamiento entre ambos países, basado en el incremento del intercambio bilateral y de las inversiones en ese país. Su planteamiento es que Perú es un socio confiable, que está en un período de estabilización económica y que existen las condiciones para un acercamiento mayor.
Un segundo grupo ve con mayores reservas el acercamiento bilateral. Unos por razones estratégicas -de los riesgos que conllevaría una mayor integración en la zona norte- y otros por la inestabilidad del gobierno peruano y el escaso nivel de apoyo que ostenta el Presidente Toledo. No se evidencia la existencia de un sector totalmente contrario a un acercamiento con Perú. Si realmente existe, no tiene repercusión nacional y menos en la formación de decisiones sobre política exterior11.
De hecho, uno de los principios fundamentales de la política exterior del actual gobierno chileno es "priorizar sus relaciones con los países vecinos, de manera de asegurarle al país un entorno de paz y desenvolvimiento económico sobre la base de la estabilidad y prosperidad también de sus vecinos, por lo cual tiene que aprovechar todas las oportunidades para acrecentar la cooperación vecinal"12. Esto representa una continuidad respecto a lo efectuado, en general, en la política exterior chilena y es el marco que ha permitido que se avance a nivel comercial y en otros ámbitos, como en el proyecto de homologación de sus gastos militares, uno de los principales generadores de desconfianza entre dos gobiernos, no sin dificultad. Además, se ha establecido como mecanismo permanente el 2+2, reuniones periódicas entre los cancilleres y ministros de defensa de ambos países, y se siguen desarrollando medidas de confianza mutua entre las fuerzas armadas.
En general, no existe constancia de una opción por contraponer una imagen exitosa, expansionista, frente a la de un vecino con problemas de inestabilidad política y pobreza estructural, aunque en el último tiempo ha evidenciado niveles muy positivos de evolución macroeconómica.
Algunos sectores, dentro de Chile, sí resaltan la existencia de una nueva arrogancia y de un intento por diferenciarnos de nuestro vecindario, como señala el sociólogo Jorge Larraín. "Hemos acentuado más, en el último tiempo, aquello que nos separa del resto de América Latina. Y eso, a partir de un discurso identitario nacido en los 80. Un discurso triunfalista, que habla de un país ganador, un país modelo, que nos lleva a distanciarnos de otros países, que no son tan ganadores ni tan modelos. Que no han aplicado las recetas como nosotros"13.
No obstante, al nivel oficial y de los actores involucrados en el acercamiento con Perú se ha trabajado por evitar esta imagen de país "arrogante" e "invasivo". De hecho los empresarios nacionales han variado sustantivamente su estrategia de posicionamiento en Perú.
V. HIPÓTESIS DE CONFLICTO
A nivel de la ciudadanía en general, no se evidencia la posibilidad de un conflicto armado con nuestros vecinos. Eso sí, de presentarse tal escenario, una encuesta realizada por FLACSO-Chile en el 2002 muestra cómo en el caso hipotético de una guerra la población considera más factible que el enfrentamiento sea con Perú (ver figuras 1 y 2).
FIGURA 1: Percepción de posibilidad real de conflicto armado con alguno de los países limítrofes de Chile
FIGURA 2: En caso de un conflicto armado, ¿con qué país limítrofe sería más factible? (pregunta realizada sólo a quienes creen en la posibilidad real de una guerra)
Por ejemplo, a nivel interestatal, junto con la ya nombrada discrepancia por la delimitación marítima, existen dificultades por la renovación de armamento tanto de Chile como de Perú.
El gobierno y la prensa peruana han hecho referencia a una posible carrera armamentista desarrollada por Chile. En la presentación que hizo el Ministro de Defensa peruano al Congreso para solicitar autorización para adquirir dos fragatas Lupo, identificó como una posible fuente de amenazas los cuadros de adquisiciones futuras de Chile.
Además, en una encuesta realizada por el Grupo Apoyo, el 82% de los habitantes de Lima estima que Chile trata de superar al Perú en capacidad militar y sólo el 12% indica que el país busca un equilibrio. El 6% no sabe o no responde14.
Respecto a la delimitación marítima, en clara referencia a que ésta es una consecuencia heredada de la Guerra del Pacífico, algunos sectores de Perú han propuesto relacionar esta demanda con la planteada por Bolivia. El Embajador peruano en La Paz ha planteado que "entre Chile y Perú existe una frontera marítima no delimitada todavía. Por lo tanto, dado que posiblemente la propuesta o el lugar donde se ubique la solución a la mediterraneidad boliviana esté en Arica -de acuerdo con el tratado de 1929- deberá ser con acuerdo previo entre partes. En esa medida, ambos temas, tanto la delimitación marítima entre Chile y Perú, como la salida soberana de Bolivia al mar por la misma zona, serán o deberían ser materia de una propuesta integral15.
El segundo caso involucra al gobierno peruano y a Luchetti y está siendo objeto de arbitraje en CIADI. A pesar de su renuencia inicial, el gobierno peruano se ha sometido a este mecanismo de solución de conflictos. En esta controversia también la empresa chilena argumentó ser objeto de discriminación por parte del gobierno peruano.
VI. CONCLUSIONES
La relación entre Chile y Perú aún está fuertemente condicionada por la herencia histórica que se evidencia, principalmente, en la existencia de una serie de imágenes antagónicas. Estas se identifican fundamentalmente con la noción de dos países rivales, para los que la Guerra del Pacífico fue y es un elemento primordial en la generación de una identidad nacional. En el caso de Perú, es una herida siempre abierta, que implicó la perdida de la continuidad Tacna-Arica y que condicionó su vinculación con la antigua Capitanía.
En el caso de Chile, supuso la incorporación de nuevos territorios y la formación de una identidad orgullosa de los triunfos frente al antiguo virreinato poderoso.
Vencer las percepciones construidas sobre estas imágenes supone un cambio cultural, un trabajo de más largo plazo que el mero establecimiento de iniciativas comerciales y políticas.
Las discrepancias a las que hacen referencia los medios de comunicación son una visión coyuntural de este conflicto más profundo, que supone cambios en las estructuras culturales de ambos países.
2 Luis Barandarían Pagador, Desarrollo y gasto militar. El caso peruano, Editorial APOYO, Lima, Perú, octubre de 1995, pp. 55.
3 José Rodríguez Elizondo, "El siglo que vivimos en peligro", La Tercera-Mondadori, 2004, pág. 26-27.
4 Primer proyecto de Libro Blanco de la Defensa de Perú, Pto. G, pág. 6
6 Información del diario El Correo, 3 de diciembre del 2002.
7 José Rodriguez Elizondo, "Chile-Perú: Imágenes con interferencias", Debate XVII (87), marzo_abril de 1996 y en "Relación Chile-Perú en el marco de las Convenciones de Lima", revista Políticadel Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Chile, Volumen 33, Primavera 1995, Santiago de Chile.
8 Revista Debate, marzo-abril de 1996, volumen XVII, Número 87, APOYO Comunicaciones S.A, Lima, Perú.
9 Diario La República, abril de 2004.
11 Al respecto ver Claudio Fuentes y Paz Milet, Chile-Bolivia-Perú: ¿es posible un esquema de seguridad? Análisis de las relaciones exteriores y de seguridad en los `90, en Raúl Barrios, Ed. Bolivia, Chile, Perú: una opción cooperativa, UDAPEX, Bolivia, 1997.
12 Programa de gobierno. Para crecer con igualdad, 1999.
13 La Tercera, 20 de septiembre de 2004.
14 Diario El Comercio, 16 de marzo de 2004.
15 La Razón, Bolivia, 6 de abril de 2004.
Paz Milet es periodista de la Universidad Diego Portales, Chile. Actualmente se desempeña como Coordinadora del Área de Relaciones Internacionales y Estudios Estratégicos de FLACSO-Chile. Entre sus publicaciones más recientes están: Seguridad y defensa en las Américas: La búsqueda de nuevos consensos (en co-edición con Francisco Rojas Aravena, FLACSO-Chile, 2003); El Proceso de Consultas a la Sociedad Civil en la III Cumbre de las Américas (FLACSO-Chile, 2002); Estabilidad, crisis y organización de la política. Lecciones de medio siglo de historia chilena (FLACSO-Chile, 2001); Miradas a la agenda latinoamericana (FLACSO-Chile, 1999); Chile-Perú: ¿Camino hacia la confianza o la tensión? (FLACSO-Chile, 1999) y Chile-MERCOSUR: una alianza estratégica (Editorial Los Andes/FLACSO-Chile, 1997).
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