lunes, 1 de septiembre de 2008

La mujer que nadie buscó en 30 años...

"Nació en Bucarest, era hija de diplomáticos persas y nadie sabía nada de ella hace tres décadas. Cuando su hermano intentó buscarla el almirante José Toribio Merino le hizo llegar un mensaje: “estuvo presa en el Estadio Nacional y se fue por sus propios medios”. Hace dos semanas, sin embargo, su cuerpo apareció en medio de la pampa.

El 16 de julio pasado, en la Pampa de Chaca Oeste, 25 kilómetros al sur de Arica y a 200 metros de la carretera, una patrulla militar descubrió una mano que se asomaba en la tierra. Tras remover el terreno, los soldados descubrieron un cuerpo decapitado. No tenía identificación y por su estado de momificación era imposible saber su antigüedad.
En uno de los bolsillos, sin embargo, el cadáver tenía una cajetilla de Hilton cerrada, con un valor de 10 escudos. Eso permitió a Investigaciones ubicarlo preliminarmente en el tiempo. Esos cigarros sólo habían tenido ese precio durante 1973.
Ocho días después, la perito en huellas Marjorie Velasco, tras analizar los dedos apergaminados del cadáver, logró identificarlo. Se trataba de Monique Cristin Benaroyo Pencu, una mujer uruguaya cuyo rastro se había perdido en 1973. Una mujer con una historia de amplísima cultura que recorrió medio mundo para morir en medio de la pampa nortina, sin que nadie se dedicara a buscarla.

VIDA DIPLOMÁTICA
Monique Benaroyo nació en abril de 1925 en Rumania. Hija de diplomáticos persas pasó las primeras 3 décadas de su vida en el circuito más refinado que podía ofrecer Bucarest, ciudad que en los años ‘30, era llamada “El pequeño París”, por su arco de triunfo y sus anchas avenidas flanqueadas de árboles.
“De chica su familia tuvo mucho dinero, algo que ella siempre recordaba. Era una niña que tenía caballerizas, que en la mañana era vestida por sus empleadas”, recuerda Mary Amelius, uruguaya que conoció a Monique años después.
Su vida, sin embargo, no era lo perfecta que podría haber sido. De niña había contraído poliomelitis y siempre arrastró las secuelas. “Cojeaba al caminar y tenía una pequeña parálisis facial”, recuerda Mary Amelius. Con todo, junto a sus dos hermanos estuvo expuesta a un nivel académico que le permitió sobrevivir y destacar en la azarosa vida que tuvo después.
Esa vida comenzó en 1953 cuando la CIA colaboró en el derrocamiento del gobernante persa, el Sha Reza Khan. La familia de Monique abandonó la embajada e inició una época de viajes que los llevaron a Francia, Italia y finalmente a Uruguay.
Tal vez pensaban que todo era temporal, que la época diplomática regresaría pero una cosa llevó a la otra, ocurrieron imprevistos y los padres de Monique murieron en Uruguay en un accidente.
Monique, que tenía la nacionalidad rumana, decidió hacerse uruguaya y empezó a construir su vida ahí. Se puso a trabajar en una telefónica para mantenerse y al mismo tiempo entró a Filosofía en la Universidad de la República y se graduó con una tesis sobre Heidegger. Y entonces en esos años de cambios y eslóganes, de marchas y efervescencia social, ella, que había sido de derecha, a los 40 años, comenzó a simpatizar con la izquierda. Nada de Monique, ahora era Mónica.
Mary Amelius la conoció en el trabajó en la telefónica: “Cuando entró a Italcable era de derecha. Pero creo que al vivir una realidad diferente, con una situación económica difícil, luego de que murieran sus padres y al convivir en la Universidad en un país politizado como era Uruguay en aquel tiempo, ella cambió”, recuerda.
Ese cambio la llevó a participar en un concurso de monografías sobre el Che Guevara convocada por Casa de las Américas, cuyo premio era una estadía en La Habana. Mónica ganó y viajó.
“En ese viaje se fascina con Cuba y cuando regresa a Uruguay vende todas sus cosas y decide radicarse en La Habana”, explica Clara Aldrighi, quien hace años investiga el caso de Mónica y otros uruguayos desaparecidos en Chile. En el interín, se afilia al partido comunista uruguayo, de lo que existe un registro en el servicio de inteligencia del ejército de dicho país.
Como desde Uruguay no existían vuelos directos a la Habana, ella viaja a Argentina y de ahí a Chile, donde permanece un tiempo, por razones que se desconocen, trabajando en la Municipalidad de Arica.
“Ella queda en el camino a Cuba en Chile, donde termina involucrándose con el gobierno de Allende, pero solitaria, no estructurada, hasta que por trabajo viaja a Arica”, explica el periodista uruguayo Roger Rodríguez, quien dio a conocer su caso.
Pese a que tras el golpe uruguayo en junio de 1973, muchos orientales expulsados se radicaron en Chile por simpatías con el gobierno de Allende, ése no fue el caso de Mónica.
“Ella sólo estaba vinculada con el PC, no era un cuadro activo, sólo simpatizaba, en ningún caso llegó a Chile exiliada ni escapando del gobierno uruguayo, como muchos tupamaros”, explica Clara Aldrighi.
Opinión parecida tiene Rodríguez.
“No creo que Mónica haya sido haya sido un cuadro político de una dimensión tal que la fueran a matar a Chile. Me inclino porque era una militante o personaje muy particular, extraña, que como intelectual comunista rumana uruguaya llamó demasiado la atención”.
En Arica, el último rastro de Monique lo dieron dos uruguayos.
“Las noticias de su paso por Chile son vagas, pero yo recogí el testimonio de dos ciudadanos uruguayos que la vieron trabajando en algo vinculado a la cultura en la Municipalidad de Arica”, explica Aldrighi. El último documento que atestigua su paso por Chile es la ciudadanía extranjera que saca el 20 de agosto de 1973, apenas 20 días antes del golpe.
Desde entonces, los intentos por reclamar su desaparición son mínimos. El último lo hizo su hermano Enrique, recién en 2004, ante el equivalente uruguayo de la comisión Rettig.
Mucho tiempo antes, en 1974, este mismo hermano contactó a un edecán del almirante de la junta José Toribio Merino para saber de su paradero.
“La respuesta de Merino a través de este edecán fue que Mónica había pasado por el Estadio Nacional, que había sido liberada y que había salido de allí caminando por sus propios medios”, recuerda Clara Aldrighi.
El cuerpo encontrado en la pampa no tenía impactos de bala. Pero en el lugar se encontró un casquillo de 9 mm.
¿Fue decapitada? No hay aún certeza de eso. En el médico legal de Santiago dicen que pudo haber sido devorada por los animales. ¿Como llegó Mónica, la culta mujer persa, a ese desolado lugar?"

cuando supe la noticia la verdad es que la misma pregunta me hice y más allá del tema de las violaciones atroces de los DDHH que cometió Pinochet y sus secuaces me llamó la atención la soledad y la fragilidad a que está expuesta una persona en el mundo, imagínense, 30 años sin que nadie se haya preguntado donde está, 30 años su cuerpo abandonado en el desierto, 30 años del más absoluto abandono, una vida repleta de ingredientes y una muerte avasalladora que nos recuerda que en este mundo prestado solo estamos de paso y de que estamos absolutamente solos en él...